sábado, 16 de mayo de 2009

Abel Zabala, Un docente de la Payada.www.payadoresdelmundo.blogspot.com


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ABEL ZABALA
Payador honoris causa
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«Los payadores me sienten uno de los suyos, incluso ellos mismos me saludan en el Día del Payador», comenta orgullosamente Abel Zabala, este urdampilletense que ha dedicado su vida al estudio del arte payadoril en el Río de la Plata y que, con sus conocimientos a cuestas, recorre el mundo participando en congresos internacionales donde se tratan, precisamente, temas vinculados con esta actividad que, contrariamente a lo que puede suponerse, ha crecido en los últimos años.Retirado recientemente de su tarea profesional como docente, tiene ahora más tiempo que nunca para «jugar el juego que más le gusta» y entonces, cibernética mediante, sus compilaciones y archivos personales se transforman en un verdadero tesoro, apreciado por los amantes y cultores de la payada de todo el mundo y, en fin, por los que se empeñan en considerar a la cultura por delante de cualquier expresión humana.«En la presentación de mi último libro, realizada en el Museo de Motivos Argentinos José Hernández, el miembro de la Academia del Lunfardo que me presentó terminó diciendo: «yo espero que en esta sala, se declare a Abel Zabala, payador honoris causa», como una forma de reforzar ese sentimiento de tenerme como a uno de ellos», enfatiza Abel, devenido ahora en entrevistado de estas páginas que siempre fueron suyas.¿Cómo comenzó tu pasión por la payada?«Yo me crié acá, en los campos cercanos a Urdampilleta, donde sólo llegaba la radio. Estábamos muy aislados de todo y entraban con mucha fuerza las radios uruguayas. Tuve la suerte de escuchar de ese modo a lo que luego constaté que fueron los mejores payadores de todos los tiempos: Carlos Molina, Luis Alberto Martínez. Yo los escuchaba y sentía que lo que ellos decían reflejaba mi propia realidad. Lo hacían mejor que una zamba, una chacarera, y además había en ellos una preocupación social y por transmitir la tradición, lo que se llama patrimonio intangible. Eso me llegó muy hondamente y durante muchos años tuvo mucha magia. Hasta que en 1967 conocí al primer payador de esos que antes sólo escuchaba: fue Juan Pedro Carrizo, en Nueve de Julio. El se llamaba a sí mismo un payador de vacaciones, porque trabajaba en el hospital de Nueve de Julio y cuando tenía vacaciones se iba a Uruguay a compartir con los grandes de allí. Hoy tuve la satisfacción de haber pasado por Nueve de Julio y de dejar en la radio un DVD con grabaciones hechas a Juan Pedro Carrizo hace 35 años».¿Se mantiene vigente el arte de la payada?«No sólo se mantiene, sino que yo digo que está pasando por un momento de esplendor. Porque está accediendo a lugares donde nunca había llegado, los teatros del centro de la capital, por ejemplo. Todos los años en los teatros del Complejo Alvear se hace el gran espectáculo anual del Día del Payador, alrededor del 23 de julio».¿Por qué es el 23 de julio el Día del Payador?«Se conmemora la primera payada documentada entre un argentino y un uruguayo. Fue el 23 de julio de 1884 en una cancha de pelota de la calle San José de Montevideo, entre Gabino Ezeiza, argentino y Juan De Nava, uruguayo. En esos momentos Nava era el mejor uruguayo y Gabino ha sido siempre el mejor de todos. Fue un desafío. Nava era un protegido del entonces Presidente de Uruguay, Máximo Santos y cuando comenzaron Nava cantó unos versos de Rafael Obligado. El público se lo reprobó por cantar versos de un argentino, pero Gabino les dijo que él en otros tiempos cantó versos de Magariños Cervantes, dando a entender que el Río de la Plata era una misma identidad. Allí se ganó al público y, a pesar de que fue una payada sin jurados, el público lo dio ganador a Gabino Ezeiza. Ehttp://www.payadoresdelmundo.blogspot.com/,
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CENTROLAPANADERIA@YAHOO.COM.ARl Presidente después lo recibió a Gabino y le cedió su silla, como una forma de demostrarle que, por un momento, el más importante era él. Lo importante es que, a partir de esa payada, se consigue lo que tanto persiguió Gabino Ezeiza, que el payador primitivo y diletante se transforme en artista. Se jerarquiza de este modo al payador y eso permite que acceda a otros niveles».¿La payada actual tiene la misma estructura que aquella?«Sí, absolutamente. Porque si una cosa es tradicional en el payador es que debe cantar su tiempo. Cantar lo de hoy es cantar los problemas de este tiempo, para dar por válida la consigna hernandiana de cantar opinando. Si bien es cierto que hoy no es necesario que el payador sea cronista, porque hay cronistas, ni que sea heraldo porque hay medios de prensa, sigue siendo formador de opinión. Es alguien que hace una segunda lectura de la realidad y se transforma en un orientador. Así lo sigue valorando el pueblo.«Al payador se le piden temas, para ver qué opina de determinadas cuestiones sociales, políticas…, etcétera.»En tu caso, también se da otra de las características del payador, que es ser de alguna manera itinerante…«Si, claro. Porque el payador improvisa en el momento pero no es sólo eso, él también lleva un patrimonio con él, que es la cultura de su pueblo. Lleva consigo la poesía memorial, que concentra el patrimonio intangible a nivel cultural de un pueblo. Entonces está capacitado para valorar lo que se da en llamar «ser rioplatense» y lo muestra donde se encuentre».¿Hay una técnica detrás del arte de la payada?«Si, la hay; pero es una técnica empírica, que se adquiere por discipulado y fundamentalmente por imitación. Es un arte oral, que tiene códigos distintos a los de la escritura. Hoy en día el payador se está literaturizando y en buena hora que así sea, porque desde la oralidad prístina de la que partió está llegando hoy a ámbitos que le imponen otras exigencias. Yo he tenido oportunidad de compartir momentos con payadores en boliches de campaña, en boliches orilleros y también en los paraninfos de las universidades europeas y norteamericanas ante eruditos, musicólogos, etno musicólogos, lingüistas, filólogos, gente que hace sobre este arte un abordaje multidisciplinario. Allí la exigencia es mayor. De modo que, partiendo de un aprendizaje empírico, luego tiene que ir depurando las técnicas. Se repite de algún modo siempre la vieja controversia acerca de si el payador nace o se hace. Yo creo que influye la genética y el ambiente. Hay un paquete genético que lo predispone y un determinante que es el medio. Maradona, en otro medio, pudo haber sido un boxeador y de igual manera un payador, en otro medio, puede ser un buen abogado, porque hay mucha similitud por la capacidad que tiene que tener para argüir y redargüir y de tomar el argumento del adversario y darlo vuelta. Si no tiene conocimiento, hacerlo sobre la base del ingenio».Se entusiasma Abel al hablar de su máxima pasión. Le brillan los ojos de una manera especial y su palabra se apura exigiéndole a su voz calma y de bajo tono inflexiones diferentes. Reitera, con indisimulable satisfacción, que el payador es hoy ciudadano del mundo y que existe un rico intercambio entre los nativos de nuestro suelo y los europeos. Allí encuentra Abel, precisamente, el valor fundamental de la payada actual: el de constituirse en embajadora de las identidades de los pueblos. «En otros lados del mundo interesa conocernos en estado puro, no como meras réplicas de culturas extranjeras», insiste. «En eso son cuidadosos los payadores, se mantienen fieles a su estilo, por ejemplo en seguir utilizando la guitarra española de seis cuerdas, casi sin amplificación».¿Es el payador un buen músico?«No. No necesariamente. Ha habido muy pocos virtuosos de la guitarra. De cualquier manera, para ser payador hay que tener buen oído porque ya hemos dicho que es un arte imitativo. Tiene que llenar de contenido el esquema musical que le ha quedado grabado. Esa memoria auditiva está emparentada con la musical. Pero reitero que no se ha trasladado ello al virtuosismo en la guitarra. Ha habido algunos, como Carlos López Terra y Roberto Ayala, por ejemplo, que han acompañado a grandes músicos. En el caso del primero de ellos era muy solicitado en los estudios de grabación cuando venía Chabuca Granda o gente internacional. Acompañó a Zitarrosa mucho tiempo. Hay que pensar que lo principal del payador es el mensaje poético y no la música».A vos te ha tocado ser Jurado en muchas payadas. http://www.payadoresdelmundo.blogspot.com/,
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CENTROLAPANADERIA@YAHOO.COM.AR¿Qué es lo que se privilegia para el juzgamiento?«Hay varios reglamentos, que yo menciono en mi último libro, pero lo fundamental es el contenido. Es decir, primero está lo que dice y luego cómo lo dice, si se ajusta al esquema estrófico y a la música y por último la perfección, o sea si no incurre en fallas técnicas de rima o de metro. Lo fundamental, insisto, es el contenido».¿De qué parte del mundo venís ahora a recalar una vez más a Urdampilleta?«Vengo de Europa, más precisamente de España. Tengo invitaciones para ir a Portugal y a Italia porque en este momento mi libro se está traduciendo en esos países con miras a editarlo. Es que este libro es el fruto de muchos pedidos que he recibido andando por el mundo, ya que del payador rioplatense hay un gran concepto, es casi un arquetipo, un referente a nivel mundial; pero se lo conoce muy poco. Y el pedido, en los diferentes congresos a los que he asistido, es la generación de bibliografía sobre los payadores del Río de la Plata. Hay un libro de Marcelino Román, de 1957 y otro de Ismael Moya de 1959 y después de ellos cincuenta años de silencio al respecto. Hay que pensar que después de 1930, hasta cuando la payada era verdaderamente importante en esta zona, se produce una especie de apagón, y revive el arte a partir de 1955 cuando Daltos Rosas Riolfo y Riverol organizan los carnavales uruguayos de una manera muy especial: armando una embajada de payadores a la que envían por los 18 departamentos del país. Allí se produce el resurgimiento de algo que estaba apagado pero vivo y la prensa vuelve a ocuparse».¿Cómo le fue al payador en los años de dictadura militar?«Mal, por supuesto. Estuvo marginado y actuando subterráneamente. Hubo varios que padecieron malos momentos en las comisarías, no tengo noticias de ninguno preso; pero sí que debieron pasar por las comisarías. Simplemente por cantar temas políticos. Es que el payador siempre está sujeto a la censura».Promete Abel que, ya jubilado, volverá más seguido por Bolívar desde su San Pedro elegido para la vida y que, con más tiempo a su favor, se ha transformado en una especie de «gaucho informático», utilizando la computadora para ordenar su extensísimo archivo, generando archivos power point para presentaciones. Se ha aggiornado, Abel, haciéndole caso a aquello que él ya anticipó en esta entrevista: que el payador debe ajustarse a su tiempo.Contame algo que te haya marcado especialmente en esta actividad difusora de la cultura de los payadores…«En una oportunidad, hablando con don Carlos Molina, a quien yo considero el máximo de todos los tiempos, le dije que estaba en la tarea de difusión junto a José Curbelo, a quien invitaba siempre a mis charlas para que él hiciera la demostración de lo que yo contaba. Y él me dijo: me alegra mucho, porque al payador debe empuñarlo solamente la gente que lo dignifica. Eso me marcó».¿Cuál es tu poesía improvisada preferida, aquella que te quedó grabada en la memoria casi sin proponértelo?«Una de Molina, que dice:Es un arma el payadorDe un peligro singularQue lo quieren derrotarPor anular su valor.No puede haber un cantorDe más empuje y más garraCuando con lealtad nos narraEl drama que al pueblo agitaSu canto es la dinamitaQue estalla en una guitarra.Quien canta lo que otro escribeCanta lo que le permitenLo que toleran y admitenSi la empresa no lo inhibePero el payador concibeSus versos en el momentoEl elige el argumentoEn el instante de crearY nadie puede sondarLo íntimo del pensamiento.
Victor Agustín C

1 comentario:

  1. Hola.. lei el articulo, que esta muy bueno.. dicho de paso, mi Tio paterno, Juan Pedro Carrizo es el payador que se nombra en el articulo... cuando yo tenia pocos años en este mundo, solia llegarse a mi casa en Banfield, y jugar con su guitarra, mientras yo improvisaba con un pequeño bombito... lindo recuerdo de un payador... saludos.

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